Existen algunas películas que uno
puede contemplar, examinar y diseccionar, y bien podríamos encontrarnos con una
multitud de imperfecciones: de una historia melodramático, de un guión que cae en
clichés muy conocidos, o el sólo hecho de que pasados veinte minutos ya se
tiene una idea de cómo va a terminar. Sin embargo, en estas películas, a las
que si apreciamos en sus componentes separados o por sí solos nos dan con una
producción irregular o de corte comercial - como una pose común, cómoda y
efectiva-, nos proporcionan satisfacciones y alegrías que una película sólida,
milimétrica, que incluso funciona como pieza de maquinaria (en donde todo
encaja) no pueden darnos –nótese Argo.
De acuerdo a ellos, podríamos
decir, que no escapan películas como Titanic, Armagedon, Forrest Gump, La Vita e Bella,
Simple Jack, Braveheart Crash, The Blind
Side, Avatar, Les Miserables, Independence Day, Slumdog Millionare o Pearl
Harbor que vemos, y no podemos dejar de
pensar que algo no cuadra o que sobra algo; que pueden llegar hasta ser excesivas,
irreales, superficiales e incluso repetitivas; o peor aún, que no fueron
sinceras o que son simplemente muy malas, sobre todo cuando las vuelves a ver. No obstante, son experiencias, de las cuales
no tendríamos problema en repetir, porque nos gustan -a pesar de sus incongruencias
o debilidades- y sentimos que tocan los acordes indicados, y siempre y cuando
no pensemos demasiado en ellas seguirán manteniendo ese gran primer impacto al
verlas.
En esa clase situaciones, mi
placer culposo es “Los Girasoles de Rusia”, una cinta dirigida por el Vittorio
de Sica comercial –no el original de Umberto D, Ladrón de Bicicletas, Milagro
en Milán o Ayer, Hoy y Mañana, sino su contradictoria copia de los años
sesenta. La película mantiene la identidad de culebrón melodramático -con grandes
escenas, eso sí- pero algo discreta en construcción y confrontación
personalísima con los protagonistas.
La historia es la siguiente, Los
Girasoles de Rusia narra la historia de Giovanna una viuda de guerra que busca
entre las listas de muertos y sobrevivientes, del Ministerio de Guerra Italiano,
el nombre de su marido. Muchos años han pasado después de la guerra y no hay
noticias de Antonio. Antonio y ella que fueron muy jóvenes, y muy llenos de
vida y muy enamorados el uno del otro, recién casados, son separados por el
llamado a enlistamiento en la segunda guerra. La separación es inminente y
tratan de escapar de dicha obligación. Sin embargo, fracasan miserablemente y
son separados, para luego despedirse en una concurrida estación de tren, como
tantas familias y amantes entre el vitoreó y las lágrimas.
Giovanna, ya envejecida, mantiene el luto y se rehúsa a creer que su marido
esté muerto. Ahorra por su trabajo de cosedora y viaja a Rusia, donde se da con
el antiguo frente, un campo lleno de miles de girasoles que esconden, entre la
tierra, el grano y la naturaleza muerta más 15 000 cuerpos entre soldados
italiano, rusos y alemanes, además de campesinos, mujeres, viejos y niños En
medio de el mismo, se erige un monumento
que dice:
Joven hijo de Nápoles, que cosa te ha traído a los campos de Rusia
¿No eras feliz en tu golfo natal?
Yo, que te encontré preso en Moscú
Tan lejos de tu tierra…
Giovana recorre la capital y los pueblos, en donde
fue última vez visto el pelotón de Antonio, mostrando su foto y buscando
respuestas en una tierra donde conoce a nadie y no puede comunicarse por el
idioma. Todo sigue en negativas e indiferencia, hasta que un día unas
comadronas le indican una pequeña casa. En la misma, una joven mujer tiende la
ropa y al acercarse, una niña la saluda
en italiano.
Las actuaciones de Mastroianni y
Sophia Loren dan consistencia a la película. Ambos recorren la vida de
enamorados, virtuosa y sin preocupaciones hasta la incertidumbre, la duda y el
suspenso de qué hacer con la vida una vez que el ser amado desaparece. La música
de Henry Mancini es extraordinaria, es una composición que duele y una de las más
desgarradoras de la época. La cinematografía es correcta, hay escenas
extraordinarias como los largas panorámicas de los girasoles, las tumbas de los
soldados italianos mientras Giovanna las recorre como en un sueño y las escena
de la guerra en Rusia y por supuesto, el final.
Los Girasoles de Rusia, sin lugar
a dudas, es una película lacrimógena en todo el sentido de la palabra, desde la
música, la historia y las actuaciones. También, es una película que trata de la
escarbar, incluso en sus formas más simples, en los compromisos y la
responsabilidad, el olvido y las consecuencias de la guerra en los hombres comunes
y anónimos que tuvieron que redefinir su vida en el olvido aquellas penas. A
pesar, de no ser de las mejores producciones de De Sica, ni el mejor encuentro
del memorable dúo del cine italiano de Mastroianni y Loren y de incluso parecer
cursi o manipuladora, no deja por eso de ser una película memorable y una de
las cintas románticas más recordadas del cine italiano. En ese sentido, es una
película que no dudaría en recomendar siempre, para aquel que disfruta del cine
y todas sus expresiones.
Hola, me gustaria saber en que lugar de Rusia se filmo.
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